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jueves, 17 de julio de 2014

...10 bluesmen...




Esta no pretende ser la lista de los mejores bluesmen de la historia. Simplemente, están aquellos que un servidor aconsejaría si alguien le preguntase qué escuchar para adentrarse en este género. Lo que voy a intentar es mostraros algo orientativo y curioso, más que dar datos precisos de grabaciones, estilos y cosas por el estilo. Además, de reflejar un poco la fascinante forma de vida de estos hombres.

Charlie Patton: De los primeros bluseros en tener verdadera repercusión. Grabó entre el 1929 y 1934. Bebedor compulsivo, este ‘hombrecillo’ ya tocaba la guitarra por detrás de la espalda y entre sus piernas (cosa que Hendrix popularizó, pero que no inventó). Se casó al menos ocho veces y se conoce que al contrario de otros muchos bluesmen, apenas paso apuros económicos durante su carrera. Hay un detalle curioso de él, y es que en las fotos que existen siempre lleva la pajarita torcida. No se sabe si lo hacia a drede o era cosa de su afición al alcohol. Murió a la edad de 43 años a causa de una afección cardiaca crónica.


Son House: Era predicador, hasta que su afición por el whisky lo llevó al blues y lo alejó de la iglesia. Se dice que “lo que perdió la iglesia lo ganó el blues”, y sí que lo hizo, sí. Alumno de Charlie Patton e intérprete del slide (técnica que consiste en deslizar un tubo metálico o de cristal a través de las cuerdas con el fin de imitar la voz humana) su recorrido fue intermitente y estuvo mucho tiempo retirado en Nueva York, hasta que fue redescubierto en el 64’, cuando realiza giras tanto dentro como fuera de USA. Tuvo que retirarse años después, debido a su mal estado de salud. Falleció en 1988.


Blind Lemon Jefferson: Ciego, cantante y gran instrumentista. Fueron sus grabaciones del 25’ (aunque no se editaron hasta el 1926) las que abrieron las puertas para que grabaran en los años siguientes un gran numero de bluesmen. Su otra pasión era la lucha libre (cosa difícil de imaginar por ser ciego, pero así eran estos tipos). Una anécdota curiosa es que un día iba en un coche  que conducía Leadbelly, el cual paró en una gasolinera a comprar algo de beber para seguir la fiesta. Cuando este volvió al coche, vio que Blind esperaba sentado al volante y le dijo serio “ahora conduzco yo Lead, que tú ya has bebido mucho”, imagínense como se quedaría este. Claro, no pudo hacer otra cosa que mirarlo y decirle “Blind, yo estaré muy borracho. ¡¡¡Pero, tú eres ciego!!!”. La muerte de Blind en 1929 suscitó varías teorías. La hipótesis más sólida cuenta que, según parece a la vuelta de una actuación se equivoco de camino, se perdió y  murió congelado en la nieve. Otra gente dice que la muerte le llego en su propio coche y que su chofer (en los últimos años debido a su enorme popularidad gozaba de una gran cuenta bancaria, permitiéndose incluso tener varios coches con chofer contratado) se largó para evitar problemas. Lo único que se sabe ciertamente, es  que tras su muerte, una mujer se presentó afirmando ser su viuda y limpio todas sus cuentas. Él fue enterrado en un cementerio para negros en Wortham, quedando su tumba sin marcar hasta 1967, y no fue hasta 1997 gracias a una colecta a través de internet que contó con una lápida…cosas del blues.

Lightnin´ Hopkins: Le picó el gusanillo por el blues con ocho años gracias a la influencia de Blind Lemon Jefferson, con el coincidió en un picnic de la iglesia en Buffalo. Tocaba con gafas de sol. No le gustaban las giras largas y  cobraba siempre al contado. Cuentan que le ofrecieron 2.000 dólares a la semana por una gira europea, pero que Sam prefirió quedarse en Houston y tocar en bares de barbacoa, salas de billar y cervecerías por 17 dólares por noche. Murió de cáncer con 70 años.



Robert Johnson: Para muchos el bluesmen más influyente de la historia. Nació en 1911. Cuenta la leyenda que vendió su alma al diablo para tocar blues. De él existen bastantes historias. Por ejemplo, dicen algunos de los que convivieron con él que podías estar una noche en un bar con R.J. y estar manteniendo una conversación mientras  que de fondo sonara música. Pues bien, al otro día era capaz de tocar nota a nota las canciones que habían sonado, mientras él estaba hablando contigo, ¡Imagínense! Otra anécdota es que Keith Richards un día en una fiesta sonaba música y pregunto “oye ¿qué es esto?” y le contestaron “Robert Johnson” y dijo ”vale, pero ¿quién toca con él?”, no se podía creer que lo que estaba escuchando lo pudiera hacer un sólo hombre con una guitarra. Su gran pasión por las mujeres le llevó” a que un día un marido celoso le envenenara su botella de whisky y acabara con su vida en 1938. Murió con 27 años y nos dejó 29 temas, dos fotos (hay una tercera pero nadie la ha visto) y una de las leyendas más grandes que puedan existir sobre una persona.


Bukka White: Su gran interpretación del slide y su poderosa voz fueron una gran inspiración para su sobrino, que no es otro que BB King, y según palabras de éste:” mi técnica tremolo está basada en que escuchaba a mi tío tocar el slide, y yo quería hacerlo igual, pero era muy malo con el tubo, así que intentando imitar ese sonido fue como llegue a desarrollar mi estilo tan característico”. Creo que solo por eso merece que lo escuchen. Estuvo en la cárcel durante un año  a causa de una reyerta que acabo a tiros. Cuando salió siguió grabando y algunos  de sus temas se basaron en sus vivencias en la penitenciaria de Parchman. Murió en el 77.

T Bone Walter: nacido en 1910. Empezó muy joven(a los 12 años ya tenia un banjo) guiando a Blind Lemon Jefferson y pasando el sombrero en la banda de su padre. Técnicamente era uno de los más grandes de su época. Su forma de tocar la guitarra era una mezcla de jazz y blues que acabó enamorando a casi todo el mundo. Hasta el grandioso Chuck Berry ‘copió bastantes de sus melodías. Solía ponerse la guitarra sosteniéndola de forma horizontal sobre su vientre, y en sus actuaciones solía tocar abriéndose de piernas, con la guitarra en la espalda. Todo un showman que seguro que hasta viéndolo hoy día nos dejaría perplejos. Murió en 1975 y, de una forma u otra, nunca dejo de tocar.


John Lee Hooker: “he tenido tres mujeres, y las tres intentaron que dejara el blues…yo las deje a ellas” un hombre que haga eso ya se merece un  respeto máximo como artista. El rey del boggie era pequeñito, pero matón. La voz grave de Hooker y su forma de tocar merecen una escucha muy, pero que muy atenta, porque os puedo asegurar que jamás escucharan a alguien sonar así. Su padrastro fue el que le hizo enamorarse del blues y (según el propio Hooker era el mejor guitarrista que  había visto). La fama le llegó tarde, en los 80’. A partir de esa época vivió muy bien y no dejo de tocar hasta su muerte. Nacido en 1917 y muerto en 2001, descanse en paz, maestro.


Johnny Winter:  hasta ahora todos los citados eran hombres negros. Pues bien, aquí tenemos el claro ejemplo de que el blues no es cuestión de color: albino, bizco, un corte de pelo mas propio de un heavy, pero es un bluesman, ¡Y que bluesman! Una forma de tocar inigualable y una voz realmente buena hacen de este hombre un genio. Grabó su primer disco con 14 años al ganar un concurso, desde aquel momento hasta hoy ya van más de 30 discos. Sus problemas con las drogas hacen de el que hoy por hoy tengamos que rezar para que viva otro día más, ya que apenas ve, tiene que tocar sentado y anda ayudado con un bastón. Lo importante es que sigue en el camino.



Alan Wilson: guitarrista de los Canned Heat. Nacido en 1943, este chico apodado “el búho” (siempre llevaba las gafas rotas) realizo una de las mejores tesis acerca del blues (aportando más de siete mil discos de su propia casa) a la ‘tierna’ edad de 23 años. Todo un genio, sobre todo como armonicista. De hecho, John Lee Hooker llegó a decir que era el mejor armonicista que había conocido. De apariencia frágil, a este jovencito le gustaba pasar las noches que podía en el campo durmiendo en su saco de dormir rodeado de animales y estrellas (era un activo ecologista). Era una persona con mala suerte. Como anécdota de las cosas que le sucedían, su compañero de grupo Fito de la Parra cuenta: “un día dimos una actuación y al terminar una chica entro al camerino diciendo que nos quería cepillar a todos. Claro, dijimos que sí y empezamos a hacer el tren. Cuando yo acabe fui al servicio y allí estaba Alan de rodillas, con la cabeza apoyada en la pared. Yo al verlo le pregunte qué hacia, a lo que me contesto fue que había leído en un libro de yoga que haciendo eso rendiría más en el acto sexual. Sin embargo, cuando le tocó el turno de cepillarse a la groupie al bueno de Alan, la chica ya se había ido”. Intentó suicidarse varias veces, hasta que un fatídico 3 de septiembre de 1970 hizo realidad su deseo de escapar de este mundo, ingiriendo un frasco de pastillas y una botella de ginebra.
10 Bluesmen, por Paco Duane

martes, 27 de noviembre de 2012

¡OH PLATKO, PLATKO, PLATKO / TÚ TAN LEJOS DE HUNGRÍA!


  Llovía en Santander aquella tarde. Las camisetas pegadas al cuerpo, los largos calzones pegados a los muslos aumentaban el esfuerzo y la intensidad con la que se disputaba la final de la Copa del Rey. Era un 28 de mayo de1928. Franz Platko bajo los palos. Walter y Mas forman la defensa azulgrana de dos. Guzmán, Castillo, Carulla los medio centros, y una delantera formada por cinco hombres, Piera, Sastre, Arocha, Forns, Parera y Samitier. Un planteamiento impensable para el más valiente de los entrenadores actuales. Arrillaga, Zaldúa. Labarta Arizcorreta, Bienzobas, Mariscal, “Cholín”, “Kiriki” y Yurrita formaban el once donostiarra. El partido resultó muy igualado, con alternancias en el domino del juego y en las ocasiones. No hubo goles en el primer tiempo. En la segunda parte, el FC Barcelona se adelantaría en el minuto 53 con un gol de Samitier. 30 minutos exactos tardaría Mariscal en empatar el encuentro. El resultado ya no se movería hasta el final de la prórroga. Un segundo partido debería disputarse para el desempate, según el reglamento de la época.
Allí fuí con Cossío”, escribe Rafael Alberti en el primer volumen de su Arboleda Perdida (Alianza Editorial, vol I, p 294). Un partido brutal, el Cantábrico al fondo, entre vascos y catalanes. Se jugaba al fútbol, pero también al nacionalismo. La violencia por parte de los vascos era inusitada. Platko, un gigantesco guardameta húngaro, defendía como un toro el arco catalán. Hubo heridos, culetazos de la Guardia Civil y carreras del público. En un momento desesperado, Platko fue acometido tan furiosamente por los del real que quedó ensangrentado, sin sentido, a pocos metros de su puesto, pero con el balón entre los brazos. En medio de ovaciones y gritos de protesta, fue levantado en hombros por los suyos y sacado del campo., cundiendo el desánimo entre sus filas al ser sustituido por otro.
Ese otro era Ramón Llorens.
El mismo Alberti escribiría en su Oda a Platko:
(…) Nadie se olvida, Platko
Volvió su espalda el cielo.
Camisetas azules y granas flamearon,
apagadas, sin viento
El mar, vueltos los ojos,
se tumbó y nada dijo.
Sangrando en los ojales,
sangrando por ti, Platko,
por tu sangre de Hungría,
sin tu sangre, tu impulso, tu parada, tu salto
temieron las insignias. (...)
Sigue Alberti recordando qué sucedió durante aquellos largos 90 minutos: “Mas cuando ya el partido estaba tocando a su fin, apareció de nuevo Platko, vendada la cabeza, fuerte y hermoso, decidido a dejarse matar. La reacción del Barcelona fue instantánea. A los pocos segundos, el gol de la victoria penetró por el arco del Real, que abandonó la cancha entre la ira de muchos y los desilusionados aplausos de sus partidarios. Por la noche, en el hotel, nos reunimos con los catalanes. Se entonó “Els Segadors” y se ondearon banderines separatistas. Y una persona que nos había acompañado a Cossío y a mí durante el partido, cantó, con verdadero encanto y maestría, tangos argentinos. Era Carlos Gardel.
Rafael Alberti comete, a pesar de su excelente relato, algún error de precisión. En su memoria se confunden el dramatismo de la violencia en el terreno de juego con la supuesta épica de una remontada azulgrana. Le bailan las fechas y algunos detalles. El gaditano omite en sus memorias que fueron necesarios tres partidos para poder decidir qué equipo sería el campeón definitivo. Según los datos oficiales consultados de la época, confunde el resultado final del partido con la remontada del segundo y la clara y definitiva victoria del Barcelona en el tercero.
Así, el 22 de mayo se celebraría un segundo partido de desempate ya con Ramón Llorens en la portería y Platko en la grada, recuperándose del fuerte golpe en la cabeza al evitar un gol cantado de la Real Sociedad. En el mismo escenario de El Sardinero, Kiriki adelanta a los donostiarras en el 32 de la primera. En el segundo tiempo, transcurrido el minuto 69, Piera daba el empate al FC Barcelona y forzaba, al llegar con el mismo resultado al final de la prórroga, un tercer en encuentro. Había sido un duro partido, con dos expulsados, Guzmán del Barcelona y Cholín de la Real. Varias semanas tardarían en ponerse de acuerdo en el lugar y hora de la tercera y definitiva fecha.
Una crónica basada en fuentes de la época sobre ese tercer partido nos relata:
Se decidió que el encuentro final debería de jugarse el 29 de junio en la misma sede de los otros dos encuentros. Así el día acordado amaneció con un cielo despejado y una muy buena temperatura que se mantendría durante todo el día. El campo mostraba una muy buena entrada que rozaba el lleno. Al igual que con el tiempo el partido discurrió de manera distinta a los anteriores. Los conatos de juego duro y violento fueron cortados desde el principio por el árbitro y, aunque expulsó a Carulla y Mariscal por agresión mutua (65´), el partido en general discurrió por otro derroteros. Además también fue diferente en lo concerniente a la igualdad, ya que para cuando el colegiado había pitado el fin de la primera mitad, el encuentro marchaba ya con un claro 3 a 1 (1-0 Samitier (8') 1-1 Zaldúa (16') 2-1 Arocha (21') y 3-1 Sastre (25') para el Barça, resultado que se mantendría inalterado hasta el final del encuentro.
No dudo que Alberti estuviera aquella noche con la hinchada catalana observando aquella manifestación de Patria y Deporte. Me pregunto cómo pudieron celebrar la victoria antes del segundo y tercer partido, o si Alberti no se quedó al final del partido y confundió quizás una manifiestación patriótica de unos cuantos con las reservas calladas de los jugadores y directivos; y mi imaginación osada desea un relato sonoro de aquél acontecimiento, con Gardel cantando en catalán, haciendo estallar el delirio en la noche santanderina. Quizás Buñuel grabándolo todo y escribiendo cartas con envidias a Dalí.
Nadie sabe por qué tampoco se ha resuelto el misterio del poema que con aquella misma fecha titulara Jorge Luis Borges el relato de las últimas horas de un suicida:
Poema Mayo 20. 1928.
Ahora es invulnerable como los dioses.
Nada en la tierra puede herirlo, ni el desamor de una mujer, ni la tisis, ni las ansiedades del verso, ni esa cosa blanca, la luna, que ya no tiene que fijar en palabras.

Camina lentamente bajo los tilos; mira las balaustradas y las puertas, no para recordarlas.
Ya sabe cuántas noches y cuántas mañanas le faltan.
Su voluntad le ha impuesto una disciplina precisa. Hará determinados actos, cruzará previstas esquinas, tocará un árbol o una reja, para que el porvenir sea tan irrevocable como el pasado.
Obra de esa manera para que el hecho que desea y que teme no sea otra cosa que el término final de una serie.
Camina por la calle 49; piensa que nunca atravesará tal o cual zaguán lateral.
Sin que lo sospecharan, se ha despedido ya de muchos amigos.
Piensa lo que nunca sabrá, si el día siguiente será un día de lluvia.
Se cruza con un conocido y le hace una broma. Sabe que este episodio será, durante algún tiempo, una anécdota.
Ahora es invulnerable como los muertos.
En la hora fijada, subirá por unos escalones de mármol. (Esto perdurará en la memoria de otros.)
Bajará al lavatorio; en el piso ajedrezado el agua borrará muy pronto la sangre. El espejo lo aguarda.
Se alisará el pelo, se ajustará el nudo de la corbata (siempre fue un poco dandy, como cuadra a un joven poeta) y tratará de imaginar que el otro, el del cristal, ejecuta los actos y que él, su doble, los repite. La mano no le temblará cuando ocurra el último. Dócilmente, mágicamente, ya habrá apoyado el arma contra la sien.
Así, lo creo, sucedieron las cosa
Como díjo el bueno de Johan : Fútbol es fútbol.
Manuel Futbolaguirre (poeta)
Fuentes:
La arboleda perdida,1 Primero y Segundo libros (1902-1931). Rafael Albert. Alianza Editorial.

martes, 20 de noviembre de 2012

El final de la historia

Despertamos, quizá fue eso lo que pasó. Quedó algo en la cabeza, como el eco del Big Bang, para recordarnos que el camino acababa ahí. Antonio Arias lo predijo a tiempo, el metal era una vía muerta. Fue la vía donde terminó todo. La última llamarada fue intensa, aunque breve. Todo acabó con el nu-metal, new metal o como quieran llamarlo. A partir de ahí la creatividad, la “originalidad” murió. ¿Que cómo fue eso?....
El nu metal fue un estilo musical surgido allá por los años noventa. Kurt Cobain estaba, aunque no lo tenía decidido aún, a punto de morir, el hair metal volvió de donde nunca debió salir y Metallica había fagocitado al trash metal con su enter sandman y sus incendiarias giras con Guns and Roses. Quedaba rabia. La tecnología digital estaba totalmente desarrollada y Alanis Morrisette no terminaba de convencer a una juventud. La esperanza estaba en un blanquito de NY, Scott Ian, de Anthrax. Él fue el que volvió la cabeza a lo que hacían sus vecinos y empezó a tomarse más en serio eso del rap y versiona Bring the Noise, de los Public Enemy. El camino también fue a la inversa, muestra de ello son Body Count con Ice T a la cabeza. La cosa empezaba a tomar forma, los americanos empezaron a llamar a eso crossover, vamos, lo que aquí Kiko Veneno llamó fusión. Paralelamente hacían sus pinitos bandas como Biohazard o Suicidal Tendencies
En 1991, decíamos, nacieron los noventa de la mano de Nirvana. Las guitarras y los gritos empiezan a mandar otra vez. Se acabó el afinar, se acabaron los solos. Pero esto no dejaba ser un paso más en el rock alternativo. En 1992 Rage Against The Machine y su primer larga duración, en el que un budista se autoinmolaba, irrumpieron en escena. Biohazard publica su gran disco –Urban Discipline-. En Suecia aparece Clawfinger y en España Hamlet, que siempre están al tanto, publica su segundo larga duración. Las bases estaban puestas. La rabia estaba puesta y la técnica a su servicio. ¿Estás preparado? Decían Korn en su primer disco…
Kurt Cobain desapareció en el 94 y eso fue el catalizador. Dejamos de creer en las rockstars –Marilyn Manson fue la grotesca burla en la nueva ola-. Así, como el que no quiere la cosa, se fue cogiendo un poquito de cada cosa, las voces del hip-hop, los gritos del hardcore, las guitarras del metal, las ropas de los rapero, incluso la actitud de los chicos blanquitos amantes del pop más ochentero, como si de nuevos ricos se tratasen. Así paralelamente surgen los Deftones, superándose con cada disco y Limp Bizkit, deudor de los raperos House of Pain. La melodía reina y embiste contra la agresividad. Otros grupos se contagian del ambiente, como Fear Factory , Machine Head o Sepultura, que saca Roots, para posteriormente escindirse en Soulfly. Hemos llegado y hemos vencido, hemos llegado al año 2000. Y no faltan guitarristas tocando con chándal en ninguna parte de la lista de éxitos: Coal Chamber, Papa Roach, Ill niño, Guano Apes, Linkin Park –el equivalente a los Bakcstreetboys metaleros-… de todos ellos sobresalen System of a Down o Slipknot. Todo eran videos, todo eran festivales, todo eran canciones de rarezas para bajar mientras surgían las nuevas tecnologías. Hasta que ardió y la llama fue intensa, clave, en el tercer disco de los Deftones: White Pony.
A partir de ahí los recuerdos se volvieron confusos, como en una borrachera. Todo resultaba agradable, incluso hay genialidades del tipo Hora Zulú en este siglo XXI, pero el cansancio y las copas de más hicieron mella para terminar despertando en una cama que dudamos conocer. Despertamos, sí y los hechos están ahí. Y sí, siguen dando guerra muchos de los protagonistas y algunos en serio. Pero llegamos a lo alto, al inevitable final de la línea, donde nos asomamos y sólo vemos un reflejo de todo, pasado-presente-futuro todo amalgamado. Folk, pop, blues, rock, punk, tecno, metal, hip-hop, nu-metal. El ser humano, sonriente, mira con optimismo y en vano niega ver el cartel: NON PLUS ULTRA.



martes, 3 de julio de 2012

...el fútbol ya sí mola...


Dossier bárbaro por Belfast Boy
S
e quejaba Nick Hornby, en un pasaje de su imprescindible novela autobiográfica Fiebre en las gradas (1992), de que la gente que sólo lo conocía en su vertiente futbolera le preguntaba casi con monosílabos qué tal iba su Arsenal, volviéndose de inmediato para hablar con otro interlocutor de la vida en general, como si ser un ferviente hincha de un club de fútbol lo inhabilitara para ser capaz de sostener una conversación sobre cualquier asunto medianamente serio. Puede que a los aficionados más jóvenes esto les parezca exagerado, ya que las cosas han cambiado en los últimos años, pero cuando yo, hace casi dos décadas, leí estas palabras de Hornby me sentí bastante identificado.
En aquellos tiempos, en los círculos más o menos intelectuales, el fútbol era visto como un entretenimiento para mentes holgazanas, una prolongación del circo romano para tener entretenida a la ignorante plebe. Si disfrutabas con el balón y te movías en determinados ambientes tenías dos vías: llevar tu afición en silencio, cual hemorroides, o soportar las miradas mezcla de incomprensión y conmiseración cuando decías que te ibas a casa porque había un apasionante partido de Copa de Europa. ¿Cómo podía alguien medianamente ilustrado, alguien que leía a Borges y Wilde, veía películas en V.O. y disfrutaba con música que no sonaba en los 40 disfrutar viendo a unos tíos dándole patadas a un balón? ¿Acaso era posible amar fútbol y literatura a la vez y no estar loco?
Este año se han publicado en España un buen puñado de interesantes libros de temática futbolera, existen revistas como Panenka que intentan aunar fútbol y literatura y cada vez hay más webs y blogs que, desde una u otra óptica, escriben sobre fútbol conscientes de que sus lectores no son unos brutos analfabetos. Hace un par de décadas apenas existían unas pocas referencias escritas en castellano. En 1995 vio la luz el imprescindible Fútbol a sol y a sombra, del uruguayo Eduardo Galeano. Para entonces Osvaldo Soriano y el Negro Fontanarrosa ya habían publicado algunos deliciosos relatos sobre el tema. Escasa producción y casi toda sudamericana. Porque al otro lado del charco la situación era algo diferente. Mientras aquí los intelectuales se resistían a abandonar el armario, allí escritores de la talla del citado Galeano, Mario Benedetti, Julio Cortázar, Ernesto Sábato y Vargas Llosa no tenían reparo en mostrar su amor por el balompié. Todo ello a pesar de la opinión del influyente Borges: “el fútbol es popular porque la estupidez es popular”.
Se suele considerar a Vázquez Montalbán como el principal baluarte del cambio de paradigma en nuestro país. El escritor catalán escribió un relato (El delantero centro fue asesinado al atardecer) encuadrado en el mundo del fútbol, pero sobre todo algunos ensayos y bastantes columnas donde, entre otras cosas, fue dando forma al discutible relato del FC Barcelona como ejército desarmado de Cataluña y desarrollando su teoría del fútbol como religión laica. Acertado o no en sus tesis, lo cierto es que sirvió para introducir una cuña en las élites cultivadas. Su relevo lo recogieron otros como Enrique Vila-Matas o Javier Marías. Las columnas cruzadas de éste último con Vázquez Montalbán en las páginas deportivas del diario El País con motivo de cada Madrid-Barça se convirtieron en todo un clásico. Fue precisamente en El País donde tuvieron cabida los primeros futbolistas que se animaron a coger la pluma con prosa fluida: Jorge Valdano, Miguel Pardeza y Josep Guardiola (¿futbolistas que escriben?, ¡pero esto qué es!). El propio Valdano, a mediados de los noventa, recopiló en Cuentos de fútbol un puñado de relatos de escritores en habla hispana. Algo se estaba moviendo.
En el terreno musical tampoco funcionaba demasiado el maridaje con el fútbol. La generación de la movida, tan moderna ella, lo ignoraba (e incluso despreciaba) en su mayoría. Si se acordaban de él era para denunciar el aborregamiento del analfabeto hincha, como hacían Gabinete Caligari en ‘La canción del pollino’ (“somos los que no saben no contestan, con excepción del 1X2”). Había excepciones, claro. Los Nikis, madridistas confesos, grabaron, con su estilo gamberrete, ’Enrique el ultrasur’ y Glutamato Ye-Ye cantaron su amor a las rayas rojiblancas en ‘Soy un socio del atleti’, una adaptación libre del clásico ‘Novio de la muerte’ de la legión. Cuando, entrados los noventa, apareció la generación indie, el fútbol empezaba a salir del armario y a los granadinos Los Planetas no les importaba confesarse barcelonistas a la vez que se inspiraban el gol de Koeman en Wembley para componer ‘La Copa de Europa’. Después vinieron ‘Un buen día’, donde Mendieta marcaba un gol realmente increíble, y ‘El artista madridista’. El Niño Gusano (‘Vicente del Bosque’), La Granja (‘Etoo’), Tarik (‘A balón parado’), Tachenko (‘1986’, ‘Arconada’), La Habitación Roja (‘Nunca ganaremos el Mundial’, ‘El pase de la muerte’), Las Escarlatinas (‘Sueño merengue’), Deneuve (‘El codazo de Tassotti’, ‘Saint Denis 3:0’, ‘Electromecánicas United’) o La Costa Brava (‘El cumpleaños de Ronaldo’) fueron algunos de los grupos que también tiraron de repertorio futbolero.
Hoy Los Planetas salen el El Día Después animando a su Granada, los sevillanos Lentejas los viernes titulan su último EP ‘La última promesa de Lopera’, Fernando Alfaro canta ‘Gol psicológico’, Los Esclavos homenajean en sus canciones a George Best y Maradona, Los Directivos trufan su repertorio de continuas referencias al deporte rey, desde Pep Guardiola hasta Japón Sevilla, y hasta el solemne Nacho Vegas se declara ferviente hincha del Sporting de Gijón. Babelia, el suplemento cultural de El País, no tiene problemas en dedicar su portada al balompié con la excusa de la Eurocopa. El fútbol forma parte imprescindible de la cultura popular y músicos y literatos lo sacan a relucir con naturalidad, sin avergonzarse por ser hinchas de un equipo o disfrutar durante un par de horas con un espectáculo supuestamente primario. La editorial Libros del KO acaba de publicar una muy recomendable colección bajo el nombre de ‘Hooligans ilustrados’ sin que nadie denuncie el aparente oxímoron. Casi no quedan intelectuales en el armario. El fútbol ya sí mola.
Belfast Boy es el 7 de este número bárbaro. Síguelo en:http://belfast-boy.blogspot.com.es/

jueves, 31 de mayo de 2012

...LOS HERMANOS...




Dossier Bárbaro por Enricco Malatesta


La mejor banda de rock brasileño, con permiso de los bestiales ‘Sepultura’ y de los legendarios ‘Os Mutantes’, cumple 15 años desde su fundación. ‘Los Hermanos’ son un grupo de cuatro barbudos de Rio de Janeiro (Al más puro estilo ZZ Top) sin ningún parentesco familiar, aunque como buenos hermanos sus peleas forman parte de su idiosincrasia. Unos desencuentros que provocaron la separación del grupo en el 2007. Según su versión de los hechos “un receso indefinido, alegando el acúmulo de muchos proyectos personales al largo de sus diez años de carrera”, según la mía un claro conflicto de egos, como buena band de rock que se precie.
Protagonistas
Aquí es cuando entran los protagonistas. Si hubiera que elegir un líder espiritual del grupo ese sería Marcelo de Sousa Camelo, más conocido como Marcelo Camelo, el John Lennon de Los Hermanos. Nacido un 4 de febrero de 1978, Marcelo fue desde el primer disco ‘’Los Hermanos’’ (1999) el catalizador compositivo del conjunto, aparte de un frontman carismático gracias a su sempiterna expresión sonriente, el guitarrista solista y ocasional bajista. Además, Marcelo es el culpable de ese trasfondo tradicional latino y brasileiro de muchas de las canciones compuestas a lo largo de los cuatro discos.

Pronto aparecerían los problemas ¡Benditos problemas! El guitarrista rítmico y vocalista secundario del grupo, Rodrigo Amarante de Castro Neves, más conocido como Rodrigo Amarante, quería tomar un papel más activo en la creación de éxitos. En el primer largo ya se atrevió con la hoja en blanco en ‘’Quem sabe’’ y ‘’Onze Dias’’, eclipsadas por clásicos del grupo como ‘’Ana Julia’’ o ‘’Tenha dó’’, compuestas por Marcelo Camelo. En los brillantes ‘’Bloco do eu sozinho’’ (2001) y Ventura (2003) firmaría  piezas geniales como ‘’Sentimental’’ o ‘’Último romance’’, además de ser coautor de ‘’A flor’’. Rodrigo es también un multi-instrumentista de elevado octanaje y aporta ideas como la de introducir flautas traveseras o tocar el bajo en algunos cortes. En definitiva, que el papel de Paul McCartney le viene que ni pintado.
Los otros dos actores de la película son la base solida del grupo. Rodrigo Lins Martins, más conocido como Rodrigo Barba por aquello de su hirsuto vello facial, es el encargado de una batería luminosa. Bruno Medina, también tiene culpa de ese sonido ecléctico y refulgente de la banda carioca gracias a la inclusión de sus teclados. Aparte de estos hay otros secundarios, pero no por ello menos importantes: Gabriel Bubu (guitarrista y bajista de apoyo en directo), Marcelo Costa (saxofón y clarinete), Bubu Trompete (trompeta), Mauro Zacharias (trombón) y Patrick Laplan (bajista en el primer disco).
Trayectoria

Los inicios de Los Hermanos no fueron brillantes ni mucho menos. El primer trabajo discográfico ‘’Los Hermanos’’ (1999) es el legado más pobre de la banda, un estilo indefinido surcando por los mares del ska y de otras estilos sin demasiado acierto. A esto hay que sumar dos lastres como son el poco acierto con la producción y el diseño de la portada. De este ensayo sólo se salvaría el mítico tema ‘’Anna Julia’’, que incluso llego a versionar el propio George Harrison, y que les sirvió para abrirse un camino dentro del público brasileño.
Como si de un anuncio de Antes y Después se tratará, su segundo disco, ‘’Bloco do eu sozinho’’ (2001) sería un cambio radical de actitud. Aquí aparece por primera vez ese sonido atrevido, resplandeciente y divertido de Los Hermanos. Comienza aquí también su parecido con una The Strokes, una banda con la que comparten lazos ya que Rodrigo Amarante tiene un proyecto con Fabrizzio Moretti (batería italo-brasilero de los Strokes), ‘’Little Joy’’, y además en directo la banda de Rio tocó más de una vez una versión de ‘’Last Nite’’. Los metales en clave de indie rock les dan un toque muy anglosajón, aunque sin perder de vista los orígenes. The Strokinhos hubiera sido un buen nombre también para la banda. Temazos como ‘’A flor’’, ‘’Todo Carnaval Tem seu fim’’ y ‘’Retrato Pra Ialá’’ son los culpables de que la revista Rolling Stone coloque el disco en el puesto 42 de la historia de la música de Brasil. El cambio en la producción de Rick Bonadio por Chico Neves también supone una ligera mejora, aunque las voces no acaban de captar la energía que este grupo ostenta. El diseño del disco: otra vez cutre.
Otro salto de dos años y otro LP tremebundo: ‘’Ventura’’ (2003). El swing de este disco es demoledor, ya desde su primer corte: “Samba a dois’’ consigue transportarte a unos paisajes muy cálidos. Canción tras canción la música fluye y todos tus sentidos disfrutan con esos medios tiempos, con los parones en mitad de las canciones, con unas letras que entiendes a pesar de que no sea tu idioma, con un Marcelo Camelo en estado de gracia en lo vocal. Cuando después de flotar y casi tocar al Cristo de Corcovado con la yema de los dedos durante catorce tema, aparece una obra de arte del tamaño de “De onde ven calma’’, sólo puedes decirle Muito Obrigado a Los Hermanos. Entrad de lleno en los 4:10 que dura la mejor canción de su carrera y olvidad por un rato de vuestros problemas. Por otro lado, la producción y los arreglos de Alexandre Kassin dan un paso hacia adelante, aunque la portada sigue siendo horripilante. Esta vez Rolling Stone les otorga el puesto número 68.
El círculo lo cierra ”4”(2005), siendo curioso el hecho de que siempre haya un salto de dos años para cada disco. Un trabajo paradigmático ya que la producción, otra vez a cargo de Alexandre Kassin, es la más brillante de cuatro LP’s. Asimismo, Marcelo y Rodrigo crean las composiciones más complejas y detallistas e incluso el diseño mejora a todo lo anterior. No obstante, le faltan el punch y los hits que si se encuentran en ‘’Bloco do eu Sozinho’’ y ‘’Ventura’’.

Epílogo

El recopilatorio ‘’Perfil’’ (2006), y los discos de directo ‘’Ao vivo no Cine Iris’’ (2004) y ‘’Los Hermanos na Fundição Progresso’’ (2008) son sus otras referencias discográficas, junto a algunos archivos de rarezas y covers que se pueden encontrar por internet. Hablar de los dos discos en concierto es hablar de “Los Hermanos” en mayúsculas. Los cuatro barbudos son capaces de recrear unos shows viscerales y contagiar desde el segundo uno a un público que corea todas y cada una de las canciones como puede verse el directo grabado en el Cine Íris de Río de Janeiro. La serenidad de Marcelo Camelo, unidos a la contundencia de la banda bien cimentada en los metales y el torbellino de directo llamado Rodrigo Amarante, hacen que los conciertos sean una fiesta.
La música de Los Hermanos sigue viva, este grupo de rock capaz de adentrarse en los terrenos más escarpados con esa mixtura de estilos e influencias, que no es un pastiche ni una fusión barata, nos ha dejado un gran legado. Ahora, cuando cumplen su 15º aniversario han vuelto a juntarse para dar una serie de conciertos por lo ancho y largo de la geografía brasileña. Han dejado claro que no vuelven para juntarse. Yo, mientras arreglan sus desventuras, seguiré viajando por la orografía de Brasil cada vez que pulse el play.

“Tocar com os Hermanos é lavar a alma e viajar com eles é o mais próximo que se pode chegar da hora-do-recreio na vida adulta.” (Rodrigo Amarante)
‘’Tocar con Los Hermanos es lavar el alma y viajar con ellos es lo más próximo que se puede llegar a la hora del recreo en la vida adulta’’ (Rodrigo Amarante)