François
le revenant presentè:
Ya sabéis que soy muy
viejo. Tan viejo que he podido estudiar en las mejores universidades,
aunque de sobra es sabido que no hay mejor escuela es un vaso de
vino. Una vez, cuando Wert tenía pelo, me becaron para ingresar en
escuela de filosofía de La Sorbona. Iluso de mí, creía que podría
cambiar el mundo con un pañuelo al cuello mientras charlaba de
socialismo comiendo pasteles y bebiendo champán. Caí en el error.
Me convertí en uno de esos que, con la boca llena de caviar y el
frac impoluto, hablan del proletariado y de derechos universales,
pero no sabía lo que era bajarse al barro. Años más tarde, ya un
poco más docto, volví al hexágono a sabiendas de que todos esos
clichés históricos de “Francia, cuna de la libertad’’ o
“Liberté, egalité et fraternité” no eran más que
chupaletrinas. Pero, impetuoso de mí, otra vez caí en las garras
del activismo con el Front Populaire para intentar que la tortilla se
volviera, que los hombres comieran pan y los ricos mierda. Y la
verdad es que ganamos las elecciones y con la lucha conseguimos unos
derechos laborales que hoy harían sonrojarse a cualquier
socialdemocráta, aunque eso es lo único que mi amigo Léon Blum y
yo hicimos bien. Dejamos tirados como perros a nuestros hermanos
españoles y asistimos impertérritos a la llegada de Franco. Sin
mencionar como serramos la libertad de las mujeres, a las que le
negamos el derecho al voto por miedo a la maldita iglesia. El
experimento duró poco y antes de que llegara Vichy me di el piro.
Como el zombi es el único bicho que cae tres veces en la misma
piedra, también me creí lo del mayo del 68 y no dude en lanzar
adoquines. Por tercera vez me la colaron. Me di cuenta cuando vi a la
mayoría de los que lucharon conmigo al otro lado de la acera jugando
a burócratas y banqueros. Hoy las cosas están aún peor. Es moneda
corriente ver a hordas de psicópatas y descerebrados abarrotar las
calles, y la consciencia de clase la han borrado a base latigazos.
Sin embargo, no descarto una cuarto intento, pues como dijo Rosa de
Luxemburgo, a la que este fanzine le debe su existencia: “Mañana
la revolución se levantará vibrante y anunciará con su fanfarria,
para terror vuestro: ¡Yo fui, yo soy, y yo seré!”
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